En cierta ocasión, visité la ciudad de Colima en época de elecciones y me llamaron la atención dos espectaculares de diferentes candidatos y partidos políticos: Uno decía, “alégrate ya se van” y el otro, “Vas a vivir feliz” y hoy, a casi diez años de distancia vienen a mi mente por lo propio del momento que estamos viviendo a nivel nacional.
El segundo, porque ofrecía felicidad a la sociedad con la victoria de su candidato que a la postre resultó perdedor. El primero, porque daba por hecho que el partido en el poder no regresaría y por lo tanto había que alegrarse, ya que en esa jornada electoral acabarían con el mal gobierno que padecían.
Algo similar podríamos decir con meridiana precisión, estamos viviendo los mexicanos durante el presente sexenio; no pocos creen que sí, que ya se van y pudiera ser que así suceda, en cambio, los que creyeron que iban a ser felices lamentan cada día lo equivocados que estuvieron con la decisión que tomaron y ahora solo esperan ansiosos el momento de la revancha por no decir de la venganza, para cobrarles la afrenta del engaño de que fueron objeto.
Se ofertaron como diferentes, respetuosos de la voluntad ciudadana y de los otros dos poderes de la Unión, a saber: el legislativo y el judicial, pero ¿qué sucedió en cuanto arribaron al poder? Pues, llamaron fifís y aspiracioncitas a los mexicanos que anhelaban un mejor futuro para sus familias, les eliminaron importantes beneficios procedentes de gobiernos anteriores y redujeron al mínimo el Sistema Nacional de Salud. A los integrantes del poder judicial no se han cansado de llamarlos corruptos, elitistas, defensores de la ilegalidad y enemigos del pueblo al que él defiende, porque no le resolvieron de manera favorable las múltiples ocurrencias que cada “mañanera” le obnubilan el entendimiento. En cambio, con el poder legislativo, lejos de haber criticas o cuestionamientos solo han recibido aplausos por obedientes y malos para leer.
En la mira de la 4T aún están el INE, el INAI, la SCJN, las ONGs y los Fideicomisos y todo cuanto le estorbe al iluminado para hacernos parecer cada vez más a Cuba, Venezuela o Nicaragua; lo cual nos obliga como mexicanos bien nacidos, a estar preparados y muy atentos, que en cada uno de nosotros “un soldado a la Patria el Cielo le dio” y defenderla contra todo y contra todos los que amenazan su integridad, obrando en consecuencia para que el país no se nos vaya de las manos. Y como bien decían los espectaculares de Colima: alegrémonos porque ya se van y aspiremos con legítimo derecho a ser felices, en un México como el que siempre hemos soñado, donde el orgullo de ser mexicanos siga siendo eso y no la vergüenza que hoy nos afrenta y nos exhibe ante el mundo como una nación que perdió el rumbo y en pleno retroceso.
¡Sobre aviso no hay engaño, los preparativos para continuar con la Cuarta Destrucción están a la vista y de todos son conocidos!
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