¿Qué es la libertad?

Junto a la igualdad, la libertad. Pero hablar de libertad es algo muy grande. Porque libertad es asumir que se tiene la conciencia libre. Que no es lo mismo que libertad de conciencia; la conciencia libre significa que yo puedo decidir si yo tengo todos los elementos para formular mi decisión. Estoy bien informado, estoy bien formado, me alimento todos los días, tengo un techo donde guarecerme. Tengo una ropa que ponerme y una vez que tengo mis necesidades más elementales satisfechas, yo puedo empezar a pensar para ser un hombre libre.

Porque si yo tengo que buscar el trabajo, trampeando como sea, poniéndome en la cola del paro, vendiéndome por cuatro perlas porque tengo que comer los míos y yo; yo no soy hombre libre, aunque mañana me permitan que vaya a votar en las urnas. Yo voy movido por mi hambre, por mi necesidad de tener que venderme en cada momento para el trabajo.

Uno de los éxitos entre comillas del sistema americano, es conseguir que el pobre, que el miserable se sienta culpable de su situación; tú eres culpable de tu situación no has sido capaz de triunfar, esa es la filosofía de la sociedad americana y si no has triunfado es porque tú eres el responsable. Esta sociedad da oportunidades a todo el mundo, si tú no has podido hacerlo así, entonces tu eres el culpable, y entonces el oprimido, el pobrecito, el esclavo; se echa él la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder, un dominio que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en la utilización de la Guardia Civil o del ejército. Se basa en un dominio mucho más terrible, más duro, el dominio de la mente; ese opio que cae desde los aparatos de televisión, ese opio que cae desde las sentencias de los tribunales, desde los discursos políticos que va empapando la mentalidad de la gente, y va diciendo calla, calla, calla, porque si no callas puede ser peor. Y ese cáncer va avanzando, degradando, corrompiendo y aniquilando las fuerzas para combatir.

Y ese es un camino, sin dudad dulce. Es la muerte lenta. Como se consume un brasero y se muere uno con la sonrisa en los labios, pero muere. Y el otro camino, es lo que ha dicho Manolo, rebeldía. Pero la rebeldía no es un gesto altisonante, no es un grito, no es un insulto, no es una pedrada, no es una mala contestación. Es mucho más profundo, la rebeldía es un grito de la inteligencia y de la voluntad que dice, y lo voy a decir en román paladino: No me da la gana decirle que sí a esta actual situación, ¿porque? ¡Porque no quiero¡ Y me niego a decirle que sí, porque entiendo que pueda haber otra situación y, por tanto yo no asumo esta podredumbre. Y no participo de ella y lucho contra ella. Y esta actitud es una actitud intelectual y cuando digo intelectual no quiero hablar de universitario, de la mente de cualquier ser humano; es un posicionamiento que nace de la mente y del corazón, del fuego de querer cambiar. Esta es la rebeldía fundamental. Lo otro son voces, son chillidos, son insultos, son graznidos. ¡Dale caña al circo romano¡ No, no. La rebeldía es el posicionamiento con otros valores y la decisión de hacerles frente.

Una de las cosas que figura en el evangelio, es cuando le preguntan a Jesús de Galilea ¿Tu a que has venido aquí? ¿A traer la paz? Y dice: Yo no, He venido a traer la guerra. ¿Y qué quería decir? He venido a concienciar, a perturbar, nosotros no queremos gente tranquila, drogada. Queremos gente que inquieta. Venimos a perturbar a agitar cerebros a mover conciencias. Existimos en la medida que movilicemos el pensamiento, levántate y piensa es lo más revolucionario que he visto en mi vida. Porque la rebeldía empieza aquí, en la cabeza, que dice: ¿No sirvo¡, ¡No me da la gana¡, no quiero asumir estos valores¡.

Julio Anguita lo explico en una conferencia junto a José Saramago, en Caceres, 23 de febrero de 1999.

Pd: Que nadie te diga quién eres, tarde o temprano le descubrirás tú mismo…