Desde que se anunció la reforma eléctrica he leído y escuchado todo tipo de opiniones, pero sobre todo, desinformación y fobias sin fundamento. Que si se va a nacionalizar la energía, que si vamos a regresar al siglo 18, que si atenta contra nuestra seguridad energética.
El argumento central es este: no es posible que las grandes empresas paguen menos luz que una familia de clase media o popular. Desde el inicio de su sexenio, el Presidente López Obrador ha expuesto este atropello y lo injusta que fue la Reforma Energética del expresidente Enrique Peña Nieto para nosotros los mexicanos.
La reforma eléctrica enviada por el ejecutivo federal busca fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE); la única empresa pública, sin fines de lucro y de carácter social que fue olvidada por la famosa reforma que nos prometió mayor competencia, mejor servicio y una luz más barata.
Pero la entrada de empresas extranjeras poco reguladas ocasionó que se creara un mercado eléctrico paralelo en donde se defraudaba al fisco y beneficiaba sólo a un puñado de empresas extranjeras. Nos prometieron pagar menos por la luz, pero sólo han aumentado las tarifas.
Más aún, la Secretaría de Energía ha expuesto que sólo en lo que va del año, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha perdido más de 423 mil millones de pesos por el esquema al cual fue obligada a operar, en el que la Comisión le paga a firmas privadas por la electricidad que generan, mientras otros 200 mil millones de pesos son las pérdidas que tiene la CFE por tener detenidas las centrales de generación.
Basta de desinformar a la ciudadanía. La reforma permite fortalecer a la CFE, pero no imposibilita la participación de las compañías privadas. Tampoco es cierto que se vaya a expropiar al sector privado y que ya no habrá energía renovable en el país. El día de ayer, el diputado Manuel Rodríguez González, nada menos que el presidente de la Comisión de energía de la Cámara de diputados y miembro de Morena aseguró que la reforma “no cancelará los contratos existentes con empresas privadas para la producción de energía renovable”.
Pero también hay que ser muy claros en ese tema; las emisiones de CO2 que emite México, es de apenas 1.3 por ciento cuando China, Estados Unidos y la Unión Europea producen el 52.4 por ciento de las emisiones; 30.3% para China, 13.4% para Estados Unidos y 8.7% para la Unión Europea. Todos debemos de contribuir para evitar el calentamiento global, pero es mentira que esta reforma signifique la destrucción de nuestro planeta.
Por otro lado, hemos visto lo que ha sucedido en España; un incremento desproporcionado y fatal del precio de la energía. Las eléctricas de ese país que contrataron el expresidente y altos políticos en España para empujar una reforma que les beneficiara, ¡E HICIERON LO MISMO EN MÉXICO! En este momento, España está discutiendo recortar millones de euros y participación a las compañías privadas del sector energético.
La nueva reforma eléctrica no es una vendetta en contra del sector privado, ni un capricho nacionalista de la actual administración, es simplemente una respuesta lógica a un contexto de debilitamiento en el sector energético que urge resolver.
El objetivo es regular el mercado y que este beneficie al pueblo mexicano y no a un puñado de empresarios.
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