En la leyenda de la “mujer de blanco” de la Pérgola se asegura que cada 22 de noviembre Alicia merodea los alrededores del panteón y por el lugar donde fue a bailar aquella noche fría en que un joven le prestó su abrigo que después apareció sobre su tumba.
Esta historia, se dice que ocurrió en los años sesenta, durante un baile en la Pérgola del Cerro de la Memoria, donde un joven vio a una hermosa mujer vestida de blanco. La invitó a bailar y durante la noche notó que sus manos estaban frías, y que luego de la media noche, preocupado por el frío, le ofreció su chamarra y la acompañó a su casa.
Al día siguiente, el joven fue a buscar su chamarra, pero la mamá de ella le dijo sorprendida que eso era imposible lo que él le había contado, porque su hija, Alicia Fierro, ya había fallecido. El joven fue a la tumba y ahí encontró la chamarra que le había prestado.
Desde entonces, se dice que Alicia sigue vagando por la Pérgola y sus alrededores, buscando a un hombre que vista de negro, y que justamente lo hace cada 22 de noviembre, día en que falleció.
La historia se ha vuelto popular, al grado que ha inspirado canciones, libros y hasta nuevas historias sobre la aparición de una “mujer de blanco” en otros lugares y en otras ciudades.
Encargados del panteón municipal de Los Mochis aseguran que con frecuencia llegan personas preguntando por la tumba de Alicia, la “mujer de blanco”, y entran a buscarla. Algunos toman fotografías, otros incluso le han llevado flores.
El historiador y Cronista vitalicio de la ciudad José Armando Infante Fierro confirmó que esta leyenda sigue vigente en la población y que cobra relevancia justo el día de muertos y en el aniversario de su muerte.
Sin embargo, esta historia se ha extendido también entre las personas que aseguran haberla visto caminar por la Casa de la Cultura ‘Conrado Espinoza’, por donde dicen que pasa con rumbo a la Pérgola o al panteón.
“Hubo un tiempo en que empezaron a decir que se aparecía por los rumbos de la Casa de la Cultura una mujer de blanco que caminaba hasta el panteón y que desaparecía atravesando las paredes”, detalló Armando Infante.
José Antonio, un guardia de seguridad que trabajó cerca de la Casa de la Cultura en los años noventa asegura haber visto a una joven mujer de blanco que los invitaba a subir a la Pérgola. “Algunos policías municipales que cuidaban la casona en ese entonces dicen también que la veían flotar, que no pisaba el suelo” precisó.
En esos años corrió también fuerte la versión de que los policías que estaban asignados para el cuidado de la vieja casona rápidamente pedían su cambio, porque en ese lugar espantaban. “Decían que además se escuchaban muchos ruidos raros, voces, que se veían sombras”, dijo.
José Zapién, policía de carrera ya fallecido y que en ese entonces era jefe operativo de la Policía de Ahome, durante la administración de Policarpo Infante, contaba que los policías asignados a la Casa de la Cultura constantemente pedían su cambio, por las cosas “raras” que ocurrían en los alrededores del panteón y la Pérgola.
Algunos encargados de la Casa de la Cultura, la antigua casona que años atrás fue parte de un centro educativo, explicaron en esa época que esos ruidos raros que asustaban a los policías eran los “crujidos” de la vieja madera de muebles, puertas y marcos que había al interior del inmueble.
Este viernes se cumple un año más de la muerte de Alicia, la “mujer de blanco” de la Pérgola, la leyenda que se sigue contando, de la que se sigue escribiendo y que también puede escuchar cantada con los Bravos del Norte de Ramón Ayala con el título de ‘Abrigando su tumba’.
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