MORENA, la mezcolanza que acabó con los principios de la izquierda auténtica

Me da pena ver a muchos personajes de la izquierda histórica convivir en MORENA con otros militantes que no hace poco, desde otras trincheras partidistas, los atacaban y se burlaban de ellos.

Pero lo peor, es que hoy esos luchadores de la izquierda histórica no tienen en MORENA, ni en el gobierno de la 4T, posiciones desde donde decidir e influir bajo principios de verdadera honestidad.

Por lo contrario, juegan un papel lastimoso, ejerciendo puestos de tercera, cuarta y quinta categoría en el gobierno y, en MORENA, son utilizados como “talacheros” a merced de muchos arribistas, expriistas y expanistas, ignorantes de la política otros, corruptos algunos, ambiciosos del dinero que fungen como sus jefes.

Pero igualmente, da pena que algunos dirigentes de esta izquierda, que lograron colarse como funcionarios de cierto nivel o legisladores, ahora hasta defiendan y protejan a gobernantes corruptos y repudiados por la gente. Es decir, en vez de defender los principios de la honestidad y la transparencia, se han enchufado al revoltijo, conviven y protegen a pillos de suyo inmorales y son hoy cómplices de la corrupción.

Por esa razón, muchos militantes de la izquierda histórica, con decepción digna, ya guardaron distancia de esa mezcolanza llamada MORENA, no por sectarismo dicen, sino porque ahí lo que menos importa son los ideales y sí mucho el ejercicio del poder por el poder mismo.

Mezcolanza significa mezcla, revoltijo, amasijo, batiburrillo, promiscuidad; nada que ver con la pluralidad del pensamiento diverso, enmarcado en principios sólidos para sacar la tarea de una causa común.

Y tienen razón porque al partido de MORENA lo dirigen algunos personajes que fueron importantes en el “viejo régimen” y en el modelo neoliberal que tanto repudia el presidente López Obrador. Y porque habría que ver el perfil de algunos nuevos afiliados, para entender que de liberales y demócratas tienen lo que tuvo Porfirio Díaz. Una cosa es la pluralidad y otra la promiscuidad.

Y si existe decepción en militantes y simpatizantes de la izquierda histórica, también lo hay en millones de ciudadanos que hoy no distinguen la diferencia entre MORENA y aquel PRI y PAN que en el 2018 rechazaron en las urnas.

Y para ser justo debo señalar que, a cuatro años de gobiernos morenistas, la gente ubica mejor que no todos los priistas, panistas y perredistas que en su momento gobernaron fueron corruptos, como existen ahora algunos gobernantes morenistas probos. En todo caso, lo que aquí se cuestiona son los modelos, los regímenes de gobierno, donde las diferencias son escasas.

Entonces, para no pocos mexicanos, en términos de democracia, justicia y bienestar en general, el país está igual, o en algunos casos peor que antes. Ni a quien irle. ¿Ganará ahora el abstencionismo? Cuando la esperanza se marchita de nuevo, la gente no la piensa mucho para mandar todo al carajo. Y eso puede ocurrir en el 2024.

No hay duda, el fantasma de la decepción, su tamaño, es inversamente proporcional a lo hecho o no por el gobierno de la 4T, e incluso al centro ideológico del régimen: El sermón mañanero.